
En el canto, son tres voces: la del cronista, la de la sinagoga (que es cualquier voz que no es ni cronista ni la de Cristo), y la de Nuestro Señor. La voz del cronista está en medio, la de la sinagoga está muy alta, y la del Señor está muy baja. La voz de la sinagoga no nos agrada, y eso es a propósito. No queremos escuchar las voces de violencia, de negación, de condenación, de traición. Es nuestra voz. De la otra mano, la voz del Señor está muy profunda y tiene todo sentido. Espero que nos puedas acompañar.
El Jueves Santo voy a cantar la Pasión de San Juan con los mismos tonos. Esto es parte del nuestra tradición católica, un tesoro para toda la Iglesia.
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