Wednesday, November 27, 2019

Problemas Siguen en China

     El año pasado, el Papa Bergoglio firmó un documento de alianza con el gobierno chino, que por su estancia comunista está completamente en contra de la religión católica. Desde ese tiempo el gobierno chino ha atacado y encarcelado a muchos más católicos que antes, pues tienen la confianza que el papa no les va a decir nada y no va a proteger a los fieles.
     Las noticias están saliendo cada semana de la persecución comunista en China. Esta semana salieron las muy malas noticias en la provincia de Jianxi, donde la iglesia tuvo que quitar la imagen de nuestra Madre con el Niño Dios del templo y poner en su lugar la foto del presidente. "Sigue el Partido, Obedece el Partido, Dé Gracias al Partido," son las palabras que el gobierno puso en lugar de las del Avemaría. 
     Los enemigos de Cristo y de la Iglesia simplemente quieren quitar el poder de Dios y poner en su lugar el poder del hombre, del estado. Como dijo la serpiente que entró en el paraíso para seducir a Eva, nuestra primera madre, "No morirán...serán como dioses."(Gen 3:4, 5) Lo difícil, hermanos, es que nosotros también estamos a veces persuadidos de abandonar el triunfo de Cristo en el nombre del diálogo, la coexistencia, la tolerancia, y hasta una esperanza humana de hacer la paz en el mundo. Es muy sutil este ataque, pero podemos ver los efectos en toda la Iglesia: la gente ya no cree, ya no va a Misa, ya no reza, ya no cree en el pecado o en el infierno. No es garantía que las escuelas católicas enseñan todavía la verdadera fe; en vez de tener la confianza en la educación de instituciones católicas, los papás ahora tienen que investigar y discernir si vale la pena y el sacrificio de enviar a sus hijos a la escuela católica. No queremos enviar a nuestros hijos a estudiar en la escuela que va a corromper sus corazones.
     Nuestros hermanos en China están sufriendo abiertamente la persecución. Nosotros no nos damos cuenta de la situación pero tenemos que despertarnos y rezar por ellos. ¿Qué aceptaríamos en nuestras casas e iglesias? ¡Qué viva Cristo Rey!

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