Thursday, February 13, 2020

Benedicto expresó su solidaridad...y lloró...

Como ustedes probablemente saben, el documento anticipado del Papa Bergoglio fue publicado ayer en la mañana, y dos cosas me sorprendieron. Uno, que fue obvio que muchos sacerdotes y obispos habían recibido copias del documento, Querida Amazonía, mucho antes de la publicación ayer, y ya tenían preparadas sus explicaciones y comentarios. Dos, y esto es el medio-milagro que me tiene no solo sorprendido sino sospechoso, que no salió en el documento ni una palabra sobre el cambio a la disciplina del celibato ni una palabra sobre la posibilidad de que las mujeres pudieran ser sacerdotes. Por los últimos cuatro meses, todo el mundo anticipaba algo (algo!) sobre este tema, unos para el cambio definitivo y otros, como yo, para escuchar palabras de fortaleza y la defensa de la disciplina sacerdotal. Tal vez debo sentirme bien. Tal vez la falta de malas noticias es buena noticia. Pero con este papa, el papa de sorpresas, uno nunca sabe.
     Hace un mes, El Papa Emérito Benedicto XVI y el Cardenal Roberto Sarah publicaron un nuevo libro defendiendo la disciplina apostólica de la Iglesia, que la prensa liberal atacó con fervor y veneno. El argumento fue el el Papa Benedicto nunca escribió ni una letra de ese libro, y que la defensa de la disciplina sacerdotal ya no se aplicaba en el mundo moderno. El Cardenal se defendió, poniendo en Twitter una copia de las correspondencias entre él y el Papa Emérito en las cuales salió que sí, Benedicto y Sarah escribieron juntos el libro. En las siguientes semanas muchas personas se preguntaron, ¿ahora qué va a pasar con el documento de la Amazonía, que supuestamente va a cambiar las disciplinas del sacerdocio? Según muchos reportes, el papa Bergoglio estaba enojadísimo, que siempre pasa cuando alguien lo contradice.     
     En un periódico italiano, l'Espresso, el escritor sobre las cosas del Vaticano, Sandro Magister, escribió lo siguiente:

     "Pero de múltiples fuentes independientes, Settimo Cielo recibió posteriormente noticias de al menos cuatro hechos más, de importancia muy sustancial...
     El primero ocurrió en la mañana del miércoles 15 de enero.
     Durante todo el día martes el 14, el ataque llevado a cabo por los movimientos radicales contra Ratzinger y Sarah había acumulado un crescendo devastador, alimentado de hecho por las repetidas negaciones del prefecto de la casa pontificia, Georg Gänswein, de un co-responsabilidad del papa emérito en le composición y publicación del libro, hasta el punto de solicitar la retirada de su firma, y contrastada en vano por la reconstrucción precisa y documentada, hecha pública por Sarah, de la génesis del libro en sí los esfuerzos unidos de sus dos coautores.
     Entonces en la mañana del miércoles 15 de enero, mientras el Papa Francisco sostenía su audiencia semanal con Gänswein sentado como siempre a su lado en la sala de Pablo VI y, por lo tanto, lejos del monasterio Mater Ecclesiæ, que es la residencia del papa emérito, de quien es secretario, Benedicto XVI levantó el teléfono y llamó a Sarah primero a su casa, donde no lo encontró, y luego a la oficina, donde respondió el cardenal.
     Benedicto XVI expresó su sincera solidaridad con Sarah. Confió que no podía entender las razones de una agresión tan violenta e injusta. Y lloró. Sarah también lloró. La llamada terminó con los dos llorando...
     En otras palabras, la oposición del papa emérito contra su sucesor que cedió a las corrientes radicales en el frente del celibato clerical se destacó en este punto frontal y central, sin ninguna atenuación más.
     Y todo esto unos días después de la publicación de la exhortación post-sinodal en la que muchos, en todo el mundo, esperaban leer una apertura de Francisco para la ordenación de hombres casados."
     Vivimos en tiempos raros, vuelvo a repetir: tiempos en que hay dos papas, en que las disciplinas de la Iglesia Católica están atacadas violentamente, en que los católicos ni saben a dónde ir, a quién escuchar. Por el momento, este drama se acaba y la exhortación post-sinodal no tiene nada para provocar el pánico. Pero debemos seguir rezando, porque las fuerzas del mal no cesan de hacer su complot contra Cristo y contra su Iglesia.

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