
Hubo resistencia de alto nivel para reemplazar la Misa tradicional en latín con una nueva versión. El cardenal Alfredo Ottaviani, quien dirigió y sirvió durante 32 años en el cargo doctrinal más alto del Vaticano (luego sucedido por Joseph Ratzinger, quien se convertiría en el Papa Benedicto XVI), escribió una intervención en 1969 titulada "Estudio crítico corto sobre el nuevo orden de la Misa." En el, él, junto con otro cardenal y varios expertos litúrgicos, advirtió que "los nuevos cambios en la liturgia podrían conducir a un completo desconcierto por parte de los fieles." [Aquí les recomiendo el artículo sobre esa intervención del Cardenal Ottaviani.]
El Papa en ese momento estaba convencido de que se necesitaba una innovación litúrgica radical. Al abordad sus alteraciones de la Misa en noviembre de 1969, el Papa Pablo VI declaró: Los resultados esperados, o más bien deseados, son que los fieles participen en el misterio litúrgico con más comprensión, de una manera más práctica, más agradable y más santificante."

Los resultados fueron lo contrario. Desde la década de 1960, la asistencia a la Misa se ha desplomado, de alrededor de 70% de los católicos de los Estados Unidos todos los domingos y días festivos antes de los cambios litúrgicos, al 21% de los católicos de los Estados Unidos que actualmente asisten a Misa semanal. En otros países, incluida la gran parte de Europa occidental, el número puede estar en un solo dígito.
Pero después de cinco décadas de experimentos y declive, se observa un cierto crecimiento dentro de la Iglesia Católica; irónicamente, es con los tradicionalistas que entran al sacerdocio, entran a los conventos, y asisten a parroquias que ofrecen la Misa en latin que fue reemplazada hace 50 años. Una de esas sociedades de clérigos, la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, ha experimentado un crecimiento incluso en el año pasado, que por lo demás era turbulento, incluso el doble de la asistencia a su parroquia de los Ángeles, con el establecimiento de nuevas parroquias cada año que se llenan rápidamente con cientos de familias que asisten a la Misa antigua. Sus seminarios, completamente llenos, a menudo rechazan a los solicitantes--un desafío compartido por casi ninguna diócesis y orden religiosa en 2019.

Curiosamente este crecimiento en la tradición, particularmente entre los jóvenes católicos, se ha ocurrido mientras el papa Francisco está moviendo en la dirección completamente opuesta durante sus casi siete años en Roma. El papa jesuita ha castigado a los católicos de mentalidad tradicional en numerosas ocasiones, incluso diciendo: "Siempre trato de entender lo que hay detrás de aquellos individuos que son demasiado jóvenes para haber vivido la liturgia preconciliar, y sin embargo la quieren. A veces me he encontrado frente a personas demasiado rígidas, una actitud de rigidez. Y me pregunto: ¿por qué tanta rigidez? Cavas, cavas esta rigidez siempre esconde algo: inseguridad, a veces quizá otra cosa." Esto dijo el mismo papa Francisco que, cuando se le preguntó acerca de los sacerdotes homosexuales, respondió, "¿Quién so yo para juzgar?"


Como la jerarquía de la iglesia trata con "aquellos individuos que son demasiado jóvenes para haber vivido la liturgia preconciliar, y que, sin embargo, la quieren," es una cuestión que aún no han comenzado a responder.
FIN
Hermanos: es información para procesar y pensar. Debemos tratar de entender por qué las cosas pasaron así, cuál fue el motivo de hacer los cambios, y como rescatar (en un sentido) la idea principal del documento del Concilio.





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