Hoy, en los dos calendarios, es la fiesta de san Antonio del Desierto, también conocido como san Antonio Abad. Del Breviario Romano para esta fiesta:
En Thebaid, en el año 356, el santo abad Antonio, padre de muchos monjes, muy ilustre por su vida y sus milagros. Santo Atanasio ha narrado sus actos en un libro famoso. Su cuerpo fue encontrado por la revelación de Dios en la época del emperador Justiniano y llevado a Alejandría, donde está enterrado en la Iglesia de San Juan Bautista.
¡Muy poca información! Un poco más, de Wikipedia:
Antonio Abad nació en el pueblo de Comas, cerca de Heracleópolis Magna, en el Bajo Egipto. Se cuenta que alrededor de los veinte años de edad vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir a una comunidad local haciendo vida ascética, durmiendo en una cueva sepulcral. Luego pasó muchos años ayudando a otros ermitaños a encaminar su vida espiritual en el desierto. Más tarde se fue internando mucho más en él, para vivir en absoluta soledad.
De acuerdo con los relatos de san Atanasio y de san Jerónimo, popularizados en la Leyenda dorada del dominico genovés Santiago de la Vorágine en el siglo XIII, Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. La tentación de san Antonio se volvió una tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de importancia. Su fama de hombre santo y austero atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños junto a Pispir y otro en Arsínoe. Por ello, se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Sin embargo, y pese al atractivo que su carisma ejercía, nunca optó por la vida en comunidad y se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo, en absoluta soledad. Abandonó su retiro en 311 para visitar a Alejandría y predicar contra el arrianismo.
De estas dos fuentes no encontramos mucha información, pero de verdad, san Antonio Abad fue una inspiración para mucha gente y muchos santos. Aquí está la historia según san Atanasio, mencionada en los dos artículos arriba:
De la Vida de san Antonio, escrita por san Atanasio, obispo (Caps. 2-4: PG 26, 842-846)LA VOCACIÓN DE SAN ANTONIO Cuando murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él solo con su única hermana, pequeña aún, teniendo que encargarse de la casa y del cuidado de su hermana. Habían transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día en que se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior cómo los apóstoles lo habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran los Hechos de los apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio de la venta a los pies de los apóstoles para que lo repartieran entre los pobres; pensaba también en la magnitud de la esperanza que para éstos estaba reservada en el cielo; imbuido de estos pensamientos, entró en la iglesia, y dio la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas palabras del Señor en el Evangelio: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego vente conmigo.» Entonces Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho los santos y como si aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para él, salió en seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas de sus padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy hermosas), con el fin de evitar toda inquietud para sí y para su hermana.
Vendió también todos sus bienes muebles y repartió entre los pobres la considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una pequeña parte para su hermana. Habiendo vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio: «No os agobiéis por el mañana.» Saliendo otra vez, dio a los necesitados incluso lo poco que se había reservado, ya que no soportaba que quedase en su poder ni la más mínima cantidad. Encomendó su hermana a unas vírgenes que él sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente educación; en cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió en frente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación. Trabajaba con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: El que no trabaja que no coma; lo que ganaba con su trabajo lo destinaba parte a su propio sustento, parte a los pobres. Oraba con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para ser constantes en orar: en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo lo que había leído, hasta tal punto que llegó un momento en que su memoria suplía los libros. Todos los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía frecuentaba, al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban como a un hijo o como a un hermano.
Muchos años después, san Agustín--que es mi santo para el sacramento de la Confirmación--escuchó esta lectura y salió al jardín para escuchar mejor la voz de Dios. Es el momento cuando escuchó las palabras famosas: "Tolle, lege--toma y lee." San Agustín tomó la biblia en sus manos y leyó estas palabras, tomadas de la epístola de San Pablo a los Romanos (13:13-14): "Como en pleno día, procedamos dignamente: basta con excesos en la comida y bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne." Desde ese momento, san Agustín se comprometió a vivir una vida completamente entregada al Señor. Ahora es santo y doctor de la Iglesia.
Mil años después, san Antonio de Padua entró en la congregación de san Agustín y fue monje de los agustinianos en Coimbra. Unos años después de su entrada en el monasterio, encontró a los frailes franciscanos, viviendo cercas al monasterio. Según la historia, a principios del año 1220, tres sacerdotes y dos hermanos legos de los franciscanos fueron asesinados en Marruecos. Conducidas sus reliquias a Coimbra (donde vivía Antonio), el evento produjo un cambio decisivo en la vida de Antonio, quien en el verano de 1220 mudó de orden y se hizo franciscano. En ese momento adoptó el nombre de Antonio en honor de san Antonio Abad a quien estaba dedicada la ermita franciscana en la que ellos residían,
Es una cadena interesante e inspiradora: de san Antonio Abad, leyendo el evangelio y siguiendo el movimiento del Espíritu Santo a vivir completamente entregado a Dios; a san Agustín, tomando el ejemplo de Antonio, lee también el evangelio y se dedica al servicio de Dios; a san Antonio de Padua, primero entrando en la congregación de los agustinianos, y luego adoptando el nombre de san Antonio Abad en su entrega total. Y ahora a nosotros, hermanos. ¿Qué queremos hacer hoy en esta fiesta de san Antonio Abad para vivir más entregados a Dios?
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