
Oh Jesús, Te ruego
por tus Sacerdotes fieles y fervientes;
por Tus Sacerdotes infieles y tibios;
por Tus Sacerdotes que trabajan en casa o en el extranjero, en
campos misioneros distantes;
por Tus Sacerdotes tentados;
por Tus Sacerdotes solitarios;
por Tus Sacerdotes moribundos;
por las almas de Tus Sacerdotes en el Purgatorio.
Sobre todo Te recomiendo los Sacerdotes más queridos para mí;
el Sacerdote que me bautizó;
los Sacerdotes que me absolvieron de mis pecados;
los Sacerdotes en cuyas Misas he asistido, y que me dieron Tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión;
los Sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, o que me ayudaron y alentaron;
todos los Sacerdotes con quienes estoy en deuda de cualquier otra manera,
particularmente N. (nombre de sacerdote).
Oh Jesús, mantenlos a todos cerca de Tu Corazón y bendícelos abundantemente en el tiempo y en la eternidad. Amén.
-Ricardo Cardenal Cushing (1895-1970), Arzobispo de Boston
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