Tuesday, March 10, 2020

La Contrición Perfecta y la Comunión Espiritual

     A través de un acto de Perfecta Contrición, puedes recibir el perdón de tus pecados fuera de la confesión, incluso los pecados mortales, siempre que te determines a corregir tu vida y tomes la firme decisión de ir a la confesión sacramental lo antes posible, cuando sea posible.
     Recuerda lo que escribe san Pedro en la lectura que hoy leemos: "El amor cubre todos los pecados." (1 Pd 4:8)
     La perfecta contrition es una gracia de Dios, por lo tanto, pida sinceramente que se le otorgue este regalo el día anterior a aquel en el que actuará de contrición: "Dios mío, concédeme la perfecta contrición por mis pecados."
     1. En realidad, o interiormente, arrodíllate al pie de un crucifijo y repite mentalmente: "Jesús, mi Dios y mi Salvador, en medio de tu agonía me recordaste, sufriste por mí, quisiste purificarme de mis pecados."
     2. La contrición es "perfecta" si te arrepientes de tus pecados porque amas a Dios y lamentas sinceramente haberlo ofendido y haber causado los sufrimientos de Cristo en la Cruz. Antes de Cristo Crucificado, recuerda tus pecados y arrepiéntete porque causaron el sufrimiento del Señor en la Cruz. Prométele que con su ayuda, ya no pecarás.
     3. Recita, lenta y sinceramente, un acto de contrición centrado en la bondad de Dios y tu amor por Jesús: "Oh Dios mío, como eres tan bueno, me arrepiento sinceramente de haber pecado contra ti y con la ayuda de tu gracia, ya no pecaré. Amén."
     4. Haga una resolución firme para ir a la confesión sacramental lo antes posible.

La clave para la Comunión Espiritual es hacer un deseo constante por el Santísimo Sacramento crezca en tu corazón.

     1. Si eres consciente de que has cometido pecado mortal, haz un acto de perfecta contrición.
     2. Imagina las palabras y las acciones sagradas de la Misa, o míralas en línea o en la tele.
     3. Recita todos los actos de fe, humildad, dolor, adoración, caridad que normalmente expresas antes de la Sagrada Comunión.
     4. Desear sinceramente recibir a Nuestro Señor presente--en Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad--en el Santísimo Sacramento del altar.
     5. Recita una oración, como la de san Alfonso de Liguori: "Jesús mío, creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y te deseo en mi alma. Como no puedo recibirte en la Sagrada Comunión ahora, al menos espiritualmente ven a mi corazón. Como ya vengo, te abrazo y me uno a ti; no me permitas ir lejos. Amén."
     6. Después de unos momentos de adoración silenciosa, recita todos eso actos de fe, humildad, caridad, acción de gracias y ofrendas que normalmente haces en las oraciones después de la Sagrada Comunión.

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