Friday, March 6, 2020

Lectura de la Primera Carta de San Pedro - Parte 8

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (3:18-4:6)

18 Cristo murió una vez por nuestros pecados--siendo justo, padeció por la injusticia--para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu.
19 Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros,
20 a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, nos pocos--ocho en total--se salvaron a través del agua.
21 Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo,
22 que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Angeles, las Dominaciones y las Potestades.
     "Cristo murió una vez por nuestros pecados..." El sacrificio de nuestro Señor es irrepetible y superabundantemente suficiente para obtener la remisión de todos los pecados. Los frutos de la Cruz se aplican al hombre, de una manera especial, por medio de los sacramentos, en particular en participar en la Santa Misa, la renovación incruenta del sacrificio del Calvario. La Resurrección entonces es el acto definitivo del amor de Dios, en el cual entramos en cada Misa, y no repetimos muchas veces. No es que matamos a Cristo otra vez cada vez que celebramos la Misa; mas bien, nosotros entramos en el mismo acto de redención ofrecido una vez para todos y para toda la eternidad.
     Algo muy interesante aquí: "Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros..." Esto es uno de los versículos que nos explica cómo el Señor, después de su muerte, fue a anunciar el mensaje de la salvación a los del purgatorio de los justos. La redención llega a todos tiempos, hasta a la gente que vivía antes de Cristo y era la más resistente a seguir a Dios.
     "Se salvaron a través del agua. Todo esto es figura del bautismo." Ahora estamos salvados por medio del primer sacramento, que nos hace miembros de la Iglesia de Cristo. Y me gusta mucho aquí el uso de la palabra "compromiso" cuando habla de la conciencia pura. La frase en latín es "rogatio in Deum," que literalmente quiere decir, "apelación, rogación, petición," pero también tiene el sentido de un compromiso. Es posible que esta frase fue usada como parte del rito del bautismo en los principios de la Iglesia, cuando el bautizado no solo recibe la gracia del bautismo sino también le pide (ruega, apela) al Señor para mantener limpia su conciencia.
     Este capítulo termina con el cumplimiento del descenso de Cristo a los enfermos, con la ascensión del Señor al cielo. La frase "a la derecha de Dios," ya muy utilizada en el catequesis de los primeros años de la Iglesia, significa que Jesucristo tiene la misma autoridad y divinidad con Dios Padre.

Capítulo 4
1 Y ya que Cristo sufrió en su carne, compenétrense también ustedes de esta convicción: el que ha sufrido en la carne ha roto con el pecado. Porque el que sufre en la carne está libre del pecado,
2 para vivir el resto de su vida mortal, no según los deseos humanos, sino según la voluntad de Dios.
San Francisco de Asis
     San Pedro sigue con el tema del bautizo y de la manera de vivir según este bautizo. También sus palabras son muy oportunas: "porque el que sufre en la carne está libre del pecado." Estamos en los tiempos de la Cuaresma, de la mortificación corporal y espiritual, tiempo para hacer penitencia por los pecados, fortalecer nuestro carácter, y conectar nuestro sufrimiento con el de Cristo.

3 Ya han vivido bastante tiempo conforme al criterio de los paganos, entregándose a toda clase de desenfrenos, a los malos deseos, a las borracheras, a los excesos en la comida, a las orgías y al culto ilícito de los ídolos.
4 Ahora los paganos se extrañan de que ustedes no se precipiten con ellos hacia ese desborde de libertinaje, y se deshacen en injurias contra ustedes.
     Es casi una regla concreta, hermanos, que en el momento que tomemos la decisión de vivir más pegado a Cristo, de evitar las obras del mal que practicábamos antes, nuestros compañeros y ex-compañeros empiezan a hablar mal de nosotros. ¿Qué más esperamos? No pasa nada, y no siempre tenemos la fuerza para evitar las tentaciones; como dice en otro lugar san Pedro, regresamos a nuestro pecado como un perro que regresa por su vómito. Así somos. Por eso hacemos penitencia y tratamos de vivir según el compromiso de fe que hicimos en el momento del bautizo. Nuestra conversión personal puede provocar sentimientos de juicio, de tristeza, y de enojo en los demás. Cuando observan que estamos tratando de vivir una vida modesta y sincera para Dios, muchos reaccionan con la condenación. No es nada nuevo: ¿Por qué mató Caín a Abel? Porque sus obras eran malas y las de Abel eran buenas.

5 De esto, tendrán que rendir cuenta a aquel que juzgará a los vivos y a los muertos.
6 Porque la Buena Noticia ha sido anunciada a los muertos, para que ellos, después de haber sido juzgados en la carne conforme a su condición humana, vivan por el Espíritu con la vida de Dios.
     Esta última frase del "juicio de los muertos" y como la Buena Noticia ha sido anunciada a los muertos puede referirse a los que murieron antes de ver, en esta vida, los frutos de su labor. Dice el libro de la Sabiduría: "Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz. A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad." (Sabiduría 3:1-4)

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