Lectura de la Segunda Carta de san Pedro - (2:12-22)
12 Pero ellos, como animales irracionales, destinados por naturaleza a ser capturados y destruidos, hablan injuriosamente de lo que ignoran, y perecerán como esos mismos animales,
13 sufriendo así el castigo en pago de su iniquidad. Ellos se deleitan entregándose a la depravación en pleno día; son hombres viciosos y corrompidos, que se gozan en engañarlos mientras comen con ustedes.
14 Son seres malditos, cuyos ojos no pueden mirar a una mujer sin desearla; seres insaciables de pecado, que seducen a las almas débiles y cuyos corazones sólo conocen la codicia.
15 Ellos abandonaron el camino recto, extraviándose tras los pasos de Balaam, hijo de Bosor, que se dejó seducir por un salario injusto;
16 pero él encontró quien le reprochara su falta: un animal de carga pronunció palabras humanas y puso freno a la insensatez del profeta.
San Pedro sigue con sus palabras fuertes en contra de los falsos profetas. Porque estos hombres fueron motivados exclusivamente por la avaricia y un deseo por el placer sensual, en realidad vivían como animales; su conducta denigrada, que San Pedro denuncia vigorosamente, debe servir como advertencia, porque la misma cosa nos puede pasar a los que dejan que las pasiones se dominen.
"...el animal de carga pronunció palabras humanas..." Esto se refiere al libro de Números, cuando Dios inspiró a Balaam a bendecir al pueblo de Israel, y después, desobedeciendo al Señor, Balaam guió al pueblo a la idolatría y la fornicación (cf. Num 22-24; 31:16)
17 Los que obran así son fuentes sin agua, nubes arrastradas por el huracán: a ellos les está reservada la densidad de las tinieblas.
18 Con sus palabras altisonantes y vacías, atraen, por medio de los deseos desenfrenados de la carne, a los que apenas acaban de librarse de los que viven en el error.
19 Les prometen la libertad, sino ellos mismos esclavos de la corrupción: porque uno es esclavo de aquello que lo domina.
Las figuras de "fuentes sin agua," "nubes arrastradas por el huracán" se utilizan para describir que no tiene el efecto que uno pensaría. La vanidad y la hipocresía son características de los que tratan de justificarse en sus desviaciones morales y doctrinales.
Es evidente que estos maestros falsos han convencido a muchos de abandonar el camino recto; se acaban de convertirse de sus pecados y ahora están guiados al pecado por los falsos profetas, que les hacen promesas de liberación, como si la liberación se pudiera encontrar en seguir a sus pasiones e instintos. Se están convirtiendo en esclavos del pecado: "Todo hombre que peca es esclavo del pecado." (Jn 8:34)
La libertad cristiana fue ganada por Cristo en su muerte en cruz. Desde el principio, muchos no entendieron esta libertad, y los apóstoles tenían que corregir a los que se aprovechaban del mal entendimiento como pretexto para seguir pecando. Viviendo en la libertad de los hijos de Dios no quiere decir no obedecer la ley de Dios: de hecho, la ley de Cristo es la Ley Perfecta, la ley de la libertad. (Santiago 1:25) Por eso, es la nueva vida de gracia, fruto de la justificación, que nos hace libres. Por eso la esclavitud más profunda es la esclavitud al pecado. No se debe confundir la libertad con el libertinaje.
20 En efecto, si alguien se aleja de los vicios del mundo, por medio del conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y después se deja enredar y dominar de nuevo por los vicios, su estado final llega a ser peor que el primer.
21 Más le hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que le fue transmitido.
22 En él se cumple lo que dice justamente el proverbio: El perro volvió a comer lo que había vomitado, y este otro: "La puerca recién lavada se revuelca en el barro."
De repente pensamos en dos frases del evangelio. El primero es: "Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, al no encontrarlo, piensa, 'Volveré a mi casa, de donde salí.' Cuando llega, la encuentra vacía, barrida, y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; vienen y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra pero que al principio." (Mt 12:43-45) La segunda es: "Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar." (Mc 9:42) Tanto cree San Pedro en estas palabras y sentimientos de Cristo, y mira, ahora está en medio de la situación difícil de ver a los falsos profetas corromper a los inocentes.
¿Quién puede resistir el rechazo interior cuando piensa en un perro regresando a su vómito para comérselo? Pues es lo que pasa cada vez que nosotros regresamos al pecado después de haber arrepentido de ello. San Gregorio Magno escribe sobre eso: "Así, pues, la persona que llora por sus pecados pero no se aleja del mismo pecado es culpable de una falta mas grave: porque rechaza el perdón que puede haber recibido por el arrepentimiento, y luego se revuelve otra vez en el barro."
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