Tuesday, March 3, 2020

Lectura de la Primera Carta de San Pedro - parte 6

Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro (3:1-8)
Capítulo 3

1 También las mujeres respeten a su marido, para que si alguno de ellos se resiste a creer en la Palabra, sea convencido sin palabra por la conducta de su mujer,
2 al ver su vida casta y respetuosa.
     Cuando la Biblia menciona el tema de los hombres y las mujeres, muchas veces habla de la relación entre ellos y cómo deben comportarse las mujeres. En tiempos modernos, cuando el tema del feminismo surge, cuestiones de la igualdad, del acceso a los trabajos, a la educación, y de la autoridad en el hogar; se encuentra mucha tensión. En este caso, el punto es cómo el comportamiento de la mujer puede servir para la conversión del hombre. San Pedro empieza con la idea de que los varones necesitamos ser convencidos del Señor por el ejemplo de la mujer. Es cierto que eso pasa. No podemos acusar a San Pedro del sexismo; el esta reflejando la filosofía de su tiempo. 
     San Agustín menciona el ejemplo bonito de su mamá, santa Mónica, quien: "... sirvió (a su esposo) como a su señor y se esforzó por ganarle para ti, hablándole de ti con sus costumbres, con las que la hacías hermosa y reverentemente amable y admirable ante sus ojos. De tal modo toleró las afrentas conyugales, que jamás tuvo con él sobre este punto la menor riña, pues esperaba que tu misericordia vendría sobre él y, creyendo en ti, se haría casto... Por último, consiguió también ganar para ti a su marido al fin de su vida temporal, no teniendo que lamentar en él, ya bautizado las ofensas que había tolerado antes del bautismo." (Confesiones de san Agustín, 9, 9)
     Ahora bien, ¿Qué es lo que enseña la Iglesia sobre la diferencia entre los sexos? En la sección del Catecismo sobre el matrimonio (1601-1658) la Iglesia describe el sacramento del matrimonio de forma más abierta y menos restringida. No menciona nada de la obediencia, aunque no podemos negar las palabras de San Pablo: "... porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de su Iglesia, que es su Cuerpo."(Efesios 5:23). Mas bien, el Catecismo describe la mutualidad, la co-herencia que ambos comparten, el respeto debido del uno al otro. Esta conversación no se acaba todavía...
   
3 Que su elegancia no sea el adorno exterior--consiste en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos--
4 sino la actitud interior del corazón, el adorno incorruptible de un espíritu dulce y sereno. Esto le vale a los ojos de Dios.
5 Así adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios y respetaban a sus maridos,
6 como por ejemplo, Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ahora ustedes han llegado a ser sus hijas, haciendo el bien y no dejando inquietar por ninguna clase de temor.
     Del Catecismo 2521: "La pureza exige el pudor. Ese es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas."San Pedro habla del pudor, o la modestia, en la forma de vestir y del adornamiento, pero también del pudor de conducta.

7 Los maridos, a su vez, comprendan que deben compartir su vido con un ser más débil, como es la mujer: trátenla con el respeto debido a coherederas de la gracia que da la Vida. De esa manera, nada será obstáculo para la oración.
8 En fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes.
     "Coherederos de la gracia que da la Vida." Esta frase, que también sale en el rito del matrimonio, refleja una mentalidad que no existía en el mundo oriental de esos tiempos, ni hasta la fecha en el Oriente, que considera que la mujer es inferior que el hombre. según la enseñanza cristiana, el hombre y la mujer son iguales en dignidad, porque los dos son hijos de Dios y tienen el mismo destino sobrenatural. La igualdad esencial del hombre y la mujer no contradice los papeles diferentes en el matrimonio.