Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro (3:9-17)
9 No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria: al contrario, retribuyan con bendiciones, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición.
10 "El que ama la vida y desea gozar de días felices,
guarde su lengua del mal y sus labios de palabras mentirosas;
11 apártese del mal y practique el bien;
busque la paz y siga tras ella.
12 Porque los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos están atentos a su plegaria,
pero él rechaza a los que hacen el mal."
En muchas biblias, estas líneas salen en forma de himno, y es probable que los versículos 10 a 12 eran un tipo de himno. El catequesis siempre utiliza diferentes maneras de aprendizaje y de memorización, una de las cuales es la música. Los salmos tienen su mejor expresión en el canto, que por muchas generaciones la Iglesia ha aprendido y cantado. Desafortunadamente ya no hay mucho canto de los salmos que son las palabras auténticamente inspiradas por Dios. Todavía tenemos cantos pero no tienen la misma calidad que los himnos de la Escritura.
Son muy buenos consejos contenidos aquí en estas líneas: guarde la lengua, no diga mentiras, apártese del mal y haga el bien... son cosas básicas de la ley de caridad en que estamos bautizados.
"Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos están atentos a su plegaria..." ¡Qué importante es recordar que el Señor escucha la voz de sus hijos fieles! Claro que escucha a todos, pero está muy listo para hacer milagros y defender a sus fieles. El alma que está en estado de gracia tiene la presencia santa de Dios: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él." (Jn 14:23)
13 ¿Quién puede hacerles daño si se dedican a practicar el bien?
14 Dichosos ustedes, si tienen que sufrir por la justicia. No teman ni se inquieten;
15 por el contrario, glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor.
En esto siempre recuerdo las palabras de San Pablo en su carta a los romanos: "¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?...Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamas del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor." (Rom 8:35, 37-38)
También recordamos las Bienaventuranzas: "Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo." (Mt 5:11-12) El Señor está con nosotros, y nos explica claramente que vamos a sufrir en su Nombre. Por ese sufrimiento vamos a estar recompensados inmensamente.
Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razones de la esperanza que ustedes tienen.
16 Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán de sus calumnias todos aquellos que los difaman, porque ustedes se comportan como servidores de Cristo.
17 Es preferible sufrir haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal.
Piensa en la actitud que San Pedro nos está explicando en estas páginas. Humildes, razonables, nobles, perdonando a todos, amando a todos, dando explicación de nuestra fe en todo momento, practicando las virtudes de la modestia y la afabilidad... A veces pienso, especialmente durante la Cuaresma: ¿cómo sería si todos los cristianos viviéramos de la forma que Cristo nos indica y cómo la Iglesia nos exhorta? Les recomiendo otra vez que se confiesen con frecuencia, que hagan un examen de conciencia al fin del día, y que mediten la palabra de Dios cada día.
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