Thursday, March 12, 2020

Lectura de San Pedro - Parte 11

     Ahora empezamos la segunda carta de san Pedro. Los escolares bíblicos, desde el principio, han debatido si de verdad San Pedro escribió esta carta, notando que el estilo es muy diferente que la primera carta. San Jerónimo, San Eusebio, y otros han escrito de esta dificultad; sin embargo, la conclusión común es que San Pedro escribió las dos epístolas, usando dos secretarios diferentes. Pues, ahora empezamos.

Lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pedro (1:1-11)

1 Simón Pedro, servidor y Apóstol de Jesucristo, saluda a todos aquellos que, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, han recibido una fe tan preciosa como la nuestra.
2 Lleguen a ustedes la gracia y la paz en abundancia, por medio del conocimiento de Dios y de Jesucristo, nuestro Señor.
3 Su poder divino, en efecto, nos ha concedido gratuitamente todo lo necesario para la vida y la piedad, haciéndonos conocer a aquel que nos llamó por la fuerza de su propia gloria.
4 Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de la concupiscencia.
     San Pedro se identifica como Simón Pedro, los dos nombres que le pertenecen. El primer nombre, Simón, es el nombre que sus papás le dieron cuando era bebe; el segundo nombre, Pedro, es el nombre que el Señor Jesucristo le dio en Cesarea de Filipo, cuando dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Padre."También San Pedro se identifica como apóstol de Jesucristo, que, obviamente es la realidad, y es el mismo título que utilizó en la primera carta.
     Aunque es apóstol, afirma que todos "han recibido una fe tan preciosa como la nuestra," demostrando que la fe es una. San Pablo dice igual: "Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios, y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todo." (Ef 4:5-6) La diferencia entre nosotros es la respuesta de fe, como delinea el Catecismo:
"La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela." (Catecismo, 166)
     "Su poder divino" es una frase normalmente utilizada en el Antiguo Testamento para Dios Padre, pero en este contexto aplicada a Dios Hijo, confirmando que los Dos tienen el mismo poder divino. "A fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina..." Nosotros declaramos, con toda la Iglesia, que estamos llamados a compartir en la naturaleza divina. No quiere decir que vamos a ser igual a Dios, sino que el Señor comparte con nosotros parte de su gracia creada. Compartir en la vida de Dios es el principio y el fin de la vida cristiana, que empieza con el bautismo y termina en el cielo.

5 Por esta misma razón, pongan todo el empeño posible en unir a la fe, la virtud; a la virtud, el conocimiento;
6 al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad;
7 a la piedad, el espíritu fraternal, y al espíritu fraternal, el amor.
     San Pedro aquí pone una lista pedagógica de virtudes cristianas, una virtud yendo a la siguiente. Para él, todo empieza con la virtud de la fe y termina con la virtud del amor, y como sabemos, son dos de las virtudes teólogas que recibimos en el bautizo. San Ignacio de Antioquía escribe: "La vida empieza y termina con esas dos cualidades. La fe es el principio, el amor el fin; y ambos nos dirigen hacia Dios." (Carta a los Efesios, 14:1-2)
     Un virtud es un buen hábito permanente del alma, y cada ser humano debe buscar la manera de obtener y vivir las virtudes humanas. Nosotros, como cristianos, queremos construir las virtudes sobrenaturales encima de las virtudes naturales, y eso siempre con la ayuda de Dios. Santa Teresa de Jesús comenta la necesidad de combinar la contemplación con la acción: "Repito que si tienes esto en tu mente, no debes construir sobre fundamentos de la oración y de la contemplación solamente, porque, si no luchas para obtener las virtudes y practicarlas, nunca vas a poder ser más que un enano espiritual." (El Castillo Interior, 8, 4,9)

8 Porque si ustedes poseen estas cosas en abundancia, no permanecerán inactivos ni estériles en lo que se refiere al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9 El que no las posee es un ciego, un miope, porque olvida que ha sido purificado de sus pecados pasados.
10 Por eso, hermanos, procuren consolidar cada vez más el llamado y la elección de que han sido objeto; si obran así, no caerán jamás
11 y se les abrirán ampliamente las puertas del Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
     Yo prediqué de esto el domingo pasado: de la necesidad de empezar con la oración y luego de seguir con la acción, de subir al monte de la Transfiguración y luego ir a los caminos para ayudar a los necesitados. No queremos permanecernos inactivos y estériles en lo que se refiere a Cristo; no queremos ser ciego espiritualmente. De otra manera, queremos confirmar nuestra elección en poner nuestros pecados afuera y, así, poder entrar en el reino del cielo. 
     Jesús es nuestro "Dios", "Señor", y "Salvador" como dice San Pedro. Eso es todo. No hay nada más grande ni nada más importante que Dios y nuestra unión con Él para siempre.

1 comment:

Albery said...

Cierto tenemos que ir al monte de la transfiguracion no olvidando nuestra oracion 🙏